El éxito masivo de ‘Glass Onion’ resume en pocas palabras el mayor problema de Netflix

Para sorpresa de nadie, Glass Onion: A Knives Out Mystery, de Rian Johnson, va camino de convertirse en una de las exclusivas de Netflix más populares de todos los tiempos, habiendo entrado ya en el Top 10 general.

Teniendo en cuenta que el regreso de Benoit Blanc sólo ha estado disponible en la biblioteca durante menos de dos semanas, nos sentimos muy seguros al decir que tiene posibilidades reales de superar a Red Notice como la serie más vista del servicio de streaming, pero ahí está el problema.

Netflix ha reiterado en innumerables ocasiones a lo largo de los años que desea una franquicia que pueda competir con las grandes marcas del sector, como Harry Potter, Star Wars y el Universo Cinematográfico Marvel. Knives Out ha dado a la compañía exactamente lo que desea, pero a un coste de casi 470 millones de dólares.

No sólo eso, sino que el hecho de que Glass Onion obtuviera 15 millones de dólares durante su limitada exhibición en cines indica que potencialmente se dejaron sobre la mesa cientos de millones de dólares en ingresos de taquilla en favor de un estreno a la carta, lo que da la impresión de que Netflix se está disparando un poco en el pie.

Podría decirse que es un microcosmos del mayor problema de la cadena; Knives Out generará grandes cifras, pero se produjo después de una inversión cercana a los 500 millones de dólares, para una propiedad que se originó fuera de su propia sede. Puede que The Gray Man y Red Notice tengan secuelas y/o spinoffs en camino, pero Glass Onion también consiguió lo que la inmensa mayoría de las superproducciones originales no consiguen: el aplauso unánime de la crítica.

Netflix tiende a estrenar o bien grandes producciones de gran presupuesto que gozan de gran popularidad, o bien aclamados dramas de menor escala, pero muy rara vez las dos cosas a la vez. La serie Knives Out cumple ambos requisitos, pero no fue creada con la intención de ser vista únicamente en streaming.