Reseñas

Reseña: “Christopher Robin”

Published

6 años ago

3 agosto, 2018

Esta es una reseña libre de spoilers. Si aún no has visto Christopher Robin, puedes leerla sin temores.

La nueva aventura de Winnie the Pooh y sus amigos se encuentra en cartelera desde hoy, viernes 3 de agosto. Antes de empezar, me siento obligada a contarles una pequeña anécdota —si no te interesa leerla, lo cual es perfectamente entendible, puedes saltar al siguiente párrafo, donde empieza la reseña—: yo, en principio, no tenía planeada ver esta película. Nunca he sido fan de Pooh, y aunque sí ha formado parte de mi infancia, esta cinta no me llamaba demasiado la atención, tanto que ni había visto el tráiler (lo sé, es un mal hábito en el que aún estoy trabajando). Resulta que cuando fui a ver Mission: Impossible – Fallout —cuya reseña puedes leer aquí—, uno de los tráilers que pasaron antes fue justamente el de Christopher Robin. Y me he enamorado. Me derretía con la apariencia tan tierna de los personajes, y la premisa se veía prometedora —sin mencionar que adoro a Ewan McGregor con mi vida—. Desde entonces, empecé a tropezarme con publicidad del film en todas mis redes, y ya casi estaba viendo eso como una señal del destino. Aún todo esto no bastó para convencerme —y el hecho de que todas las funciones de mi cine fueran dobladas al español me había desanimado bastante (VOSE all the way)—, por lo que realicé una encuesta en mi cuenta de Twitter —que ha sido un poco un flop, no nos engañemos, pero ha cumplido con su cometido—, y la mayoría votó a favor de una reseña, por lo que he decidido darle una oportunidad. Así que, por una serie de afortunados eventos, aquí nos encontramos.

A decir verdad, no tenía muchas expectativas sobre Christopher Robin. Y quizá eso ha ayudado bastante a que la disfrute tanto como la he disfrutado. Sí, las actuaciones son un poco flojas y la trama no es lo máximo. Pero eso no desmerita a lo que considero es la esencia de la cinta: la nostalgia. Y es que, aunque estemos hablando de una película “infantil”, el mensaje predominante va dirigido a los adultos. Estoy segura de que más de un padre o madre que haya llevado a sus hijos a verla se sentará un buen rato a reflexionar sobre su estilo de vida después… o al menos eso espero. El film aborda temas delicados, como el hecho de priorizar el trabajo por encima de la familia y esa especie de “desconexión” con el mundo que podemos llegar experimentar en ocasiones los adultos, así como la importancia de no extinguir la llama de nuestro niño interior y reconectar con él de vez en cuando.

Marc Forster ha sido el encargado de dirigir este adorable proyecto, basado en un guion escrito por Alex Ross Perry y Allison Schroeder. Si bien los amigos de Pooh esta vez no juegan un rol muy importante en la trama, sus personalidades están muy bien delineadas, y en una que otra ocasión sueltan algunas líneas realmente maravillosas. La música, compuesta por Jon Brion, pasa sin pena ni gloria, al igual que la fotografía, pero esto es debatible; a veces, menos es más. Los fantásticos escenarios y la estética de la película en general crean una fuerte atmósfera de nostalgia. Algo que quiero destacar es que Disney esta vez ha decidido apostar por algo más sutil, en lugar de hacer gala de efectos especiales espectaculares, lo cual me ha parecido muy acertado. Los personajes se ven, básicamente, como peluches antiguos y algo sucios, pero la producción ha conseguido dotarles de un movimiento natural y mucho carisma. A lo que voy es que no hubo un sólo momento en el que no haya tenido ganas de atravesar la pantalla y abrazar a Pooh y compañía, y eso me parece motivo suficiente para felicitar la decisión de la Casa de Mickey Mouse.

La película cuenta con las actuaciones de Ewan McGregor como Christopher Robin (intepretado por Orton O’Brien en su versión joven), Hayley Atwell como Evelyn Robin, Bronte Carmichael como Madeline Robin y Mark Gatiss como Giles Winslow. Jim Cummings, Nick Mohammed, Brad Garrett, Peter Capaldi, Sophie Okonedo, Toby Jones y Wyatt Dean Hall completan el reparto, prestando sus voces para Winnie the Pooh y Tigger, Piglet, Ígor, Conejo, Cangu, Búho y Rito, respectivamente. Un elenco que no llega a dar la nota del todo —especialmente, su parte “humana”—, pero que no lo hace mal. Las actuaciones no son brillantes, pero tampoco son planas, y sí logran transmitir emociones, aunque de manera algo deficiente.

Sé que el humor es subjetivo, pero he aquí un punto a tener en cuenta: me he reído muchísimo. Aquí es donde Ígor llega y se roba el show, con su característico sentido del humor autodespreciativo, y con el que personalmente me identifico muchísimo; quienes me conocen saben que me la paso haciendo bromas de este estilo. Fuera de esto, la película tiene un sinfín de momentos graciosos, y más vale que también vayas preparado para ver algunos momentos tristes. Lo que sí me hubiera encantado es que se hubieran tomado más tiempo en el desarrollo y exploración de ciertos momentos de la trama, que siento eran merecedores de una conclusión menos acelerada y predecible.

Seas o no fan del osito bobito, Christopher Robin está plagada de momentos entrañables y verla es un viaje garantizado al pasado y a la infancia, cargado de emociones y nostalgia, ideal para pasar un entretenido rato en familia.