Ha bastado una frase para que Martin Scorsese y Marvel queden unidos para siempre, aunque no fuera ésa la intención del legendario cineasta. El cine de superhéroes tiende a seguirle de cerca, lo que hace que sea aún más entretenido comparar y contrastar.

Por mucho que el cerebro detrás de un número francamente ridículo de clásicos tienda a censurar la forma en que la obsesión de Hollywood con la propiedad intelectual se ha descontrolado, vale la pena recordar que una película de Scorsese cuesta hoy en día casi lo mismo que una producción de Marvel Studios.

Según los informes, The Irishman costó 159 millones de dólares -aunque se estima que llegó a los 200 millones-, mientras que Killers of the Flower Moon costó 200 millones. Eso es lo mismo que Spider-Man: Sin regreso a casa, del MCU, pero las cifras de taquilla del fin de semana de estreno de la primera ni siquiera están a la altura de Morbius.

Por supuesto, hay un elemento importante de manzanas con naranjas en juego, pero Oppenheimer, el monstruo de Christopher Nolan de casi 950 millones de dólares, demostró que los dramas con calificación R que rozan las tres horas pueden despegar entre el público casual, pero Killers of the Flower Moon no va a tener esa suerte. Estrenada en más de 3.600 cines, la última y aclamada etapa de Scorsese tras la cámara debutará en segundo lugar, por detrás de la película de conciertos The Eras Tour de Taylor Swift, con una primera recaudación de entre 20 y 30 millones de dólares.

En comparación, Morbius se hizo con 39 millones de dólares y costó menos de la mitad, e incluso podría quedar por detrás de los 22 millones de Ghost Rider: Spirit of Vengeance en el peor de los casos, lo que ya sería bastante.