La última vez que se hizo una reinvención taquillera de Blancanieves, se arruinó un matrimonio y nació una secuela fallida, pero el próximo remake live-action de Disney se enfrenta a un set de problemas totalmente distinto.

Siguiendo los pasos de demasiadas reinterpretaciones recientes de gran presupuesto, la epopeya fantástica del director Marc Webb se ha visto acosada por problemas fuera de la pantalla.

Si no es la estrella Rachel Zegler la que ha sido criticada repetidamente por su desdén hacia el clásico animado y sus inspiraciones temáticas, entonces es la falta de enanos lo que se ha convertido en un debate tan acalorado que Peter Dinklage ha sido arrastrado a su órbita y nombrado culpable del importante cambio creativo, y ni siquiera hemos mencionado al hijo del director de la original de 1937, que ha dado su mordaz opinión.

En la actualidad, El Rey León y La Sirenita son los únicos títulos que han salido de la cadena de producción con un costo superior a los 200 millones de dólares, y la sólida pero relativamente decepcionante trayectoria de esta última en taquilla ha garantizado que los márgenes de beneficio no fueran ni de lejos tan sólidos como deberían haber sido o necesitaban ser. Según un informe de Forbes, Blancanieves costó 209,3 millones de dólares, lo que supone una presión aún mayor para el que es ya el tercer remake de la Casa del Ratón más caro de todos los tiempos.

Es discutible si la negatividad acabará teniendo un impacto tangible o no, pero si nos fijamos en la furia que ha surgido hasta ahora, es demasiado pronto para descartarlo por completo. Por otra parte, si se tiene en cuenta la desastrosa racha de fracasos que ha asolado últimamente a los grandes pesos pesados de la gran pantalla, no es una propuesta irreal.