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El director de “Indiana Jones y el dial del destino” aborda el polémico acto final

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Según las proyecciones de taquilla actuales, Indiana Jones y el dial del destino no va a volar como un águila en la taquilla este fin de semana, pero hay mucha gente ahí fuera que piensa que el acto final de la quinta y última salida del icónico aventurero saltó limpiamente por encima del tiburón.

Es fácil entender por qué, pero también parece que se olvida lo que ocurrió en las cuatro películas anteriores, en las que el héroe del título interpretado por Harrison Ford se vio obligado a enfrentarse a MacGuffins sobrenaturales que le partían la cara, a travesuras de vudú, a antiguos caballeros que residían en tumbas y, por supuesto, a hombrecillos verdes que habitaban en el interior de pirámides.

Nadie de los implicados en Dial of Destiny tuvo reparos en admitir que los viajes en el tiempo iban a formar parte de la narración de un modo u otro, y el director James Mangold defendió la ambiciosa apuesta en una entrevista con Variety.

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“No encontraba la forma de volver al pasado e impedir que Mads llevara a cabo sus nefastas acciones para continuar con el Tercer Reich. Carecía de asombro e iba a convertirse en una especie de gato y ratón. Me dio la impresión de que sería mejor que eso fuera lo que la gente está anticipando, pero que realmente sacáramos el mantel de debajo de los platos en el último momento. Vas a tener que ver el poder.

De repente está en medio de todo. También me pareció que nos presentaba una especie de giro audaz que me parecía básico en estas películas. En mi opinión, no es un giro más descabellado que los engendros que salen volando de una caja y derriten las cabezas de la gente por el puro poder de los ángeles oscuros, o que un caballero de 700 años exista en una cueva a perpetuidad. Todo esto está más allá del alcance de toda creencia física”.

El cineasta tiene razón, pero el alocado final de Indiana Jones y el Reloj del Destino sin duda no se ve favorecido ni mejorado por la implacable adhesión de la secuela al cuestionable CGI que ha plagado muchas superproducciones modernas. Lo ames o lo odies, Indy ha estado ahí, lo ha hecho y se ha llevado la camiseta.

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