Un representante de Jamie Foxx ha negado las acusaciones de que los recientes problemas de salud del actor, que siguen siendo vagos y privados, tengan algo que ver con la vacuna COVID.

Los rumores fueron iniciados por el columnista de cotilleos A. J. Benza, quien afirmó haber oído de alguien “en la habitación” que la condición de Foxx fue provocada por un coágulo de sangre en el cerebro, como resultado de la vacunación COVID. En declaraciones al Dr. Drew Pinsky en su programa online, Benza alegó que el equipo de producción de la película que estaba rodando antes de caer enfermo obligó a Foxx a ponerse la vacuna. “El coágulo de sangre en el cerebro le causó, en ese momento, una parálisis parcial y ceguera”, afirmó.

El equipo de Foxx, que desde entonces ha emitido un comunicado a ET, dice que el informe de Benza es “completamente inexacto.” No es la primera vez que su círculo íntimo tiene que desmentir rumores sobre su estado actual. Apenas el mes pasado, la hija del actor, Corinne, refutó las afirmaciones de que la familia se estaba preparando para lo peor, diciendo que su padre había estado “fuera del hospital durante semanas” y se estaba “recuperando.”

Las enfermedades y muertes de famosos siempre han sido utilizadas por los teóricos de la conspiración por varias razones. No sólo la naturaleza pública de sus vidas permite un mayor alcance de estas teorías, sino que los conspiranoicos también parecen convencidos de que las élites saben algo que el resto de nosotros desconocemos. La última tendencia es vincular la muerte de estrellas a la vacuna COVID, en la que la mayoría de las afirmaciones, si no todas, carecen de fundamento.

Foxx, que, según TMZ, asiste ahora a un centro de rehabilitación, ingresó en el hospital el 11 de abril tras una “complicación médica” no especificada que tuvo lugar mientras rodaba Back in Action.