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A un icono de la acción infravalorado no le importó ser enterrado bajo prótesis irreconocibles para ‘John Wick: Capítulo 4’

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Si se les pide que nombren a los mayores héroes de acción del siglo XXI, invariablemente aparecerán los sospechosos habituales, algunos de los cuales llevan décadas en la lista, pero hace tiempo que Scott Adkins debería haber entrado a formar parte de la conversación.

Puede que se haya pasado la mayor parte de su carrera protagonizando películas de artes marciales contundentes que rara vez ven el interior de una sala de cine, pero cuando se trata de combinar la capacidad de patear traseros con auténticas dotes dramáticas, hay que considerarlo uno de los mejores -y quizás el más infravalorado- del sector.

A primera vista, la perspectiva de ver a Adkins enfrentarse a Keanu Reeves en John Wick: Capítulo 4 es de lo más apetecible, pero mucha gente ni siquiera se dará cuenta de que está en la secuela. Enterrado bajo una montaña de prótesis y un traje gordo en el papel del veterano Killa -con acento alemán exagerado-, el actor de 46 años pasa desapercibido para reclamar inevitablemente la mejor pelea cuerpo a cuerpo de los 169 minutos.

Sin embargo, en declaraciones a The Wrap, a Adkins no le importa que su mayor y más importante papel en una superproducción de Hollywood sea a costa de ocultar su atractivo rostro, porque estaba encantado de participar en la franquicia a pesar de todo.

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“Llevaba tiempo rogándole que me metiera en una película de John Wick, y al final me dijo: ‘Sí, pero hay una trampa’. [Stahelski dijo] ‘Vas a estar en un [traje gordo], interpretando a este jefe alemán de la Mesa Alemana’. La verdad es que me encantó el reto y la oportunidad de crear un personaje tan increíblemente malvado, pero tan alegre. Pensé que tendría que hacerlo a lo grande. No sirve de nada ser pequeño en este [papel]. Este tipo solía ser [algo grande] en su día, pero desde entonces se había dejado llevar”.

Es una actuación pequeña pero memorable, de las muchas que hay en John Wick: Capítulo 4, y otro recordatorio de que, incluso cuando está irreconocible, Adkins sigue sabiendo cómo causar impresión.

 

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